Más de 2 huevos fritos a la semana reducen tu creatividad y a la larga conducen a una guerra civil.

En la sociedad sólida de mi padre los huevos fritos eran un anhelo, una quimera; «cuando seas padre comerás huevos». En mi sociedad blandiblú no comíamos más de dos huevos a la semana porque nos decían que era malo y punto. En la sociedad líquida actual de la verdad fragmentada no universal, comer más de dos huevos fritos a la semana reduce tu creatividad y te lo argumento para que lo juzgues con tu IA de cabecera.

La supuesta libertad de acceso a más información gracias a redes y buscadores está provocando la polarización de la sociedad. Las promesas de diversidad se encogen y nos aglutinan en dos polos que cada vez se alejan más. Cada vez que damos un like en la redes, el algoritmo nos retroempacha con información sesgada que nos encierra en la polaridad más cercana a nuestro like y nos radicaliza like a like. Madrid-Barça, PP-Psoe, provacunas-antivacunas, proeléctricos-progasolina, terraplanistas-esfericistas, prohuevos fritos-prohuevos cocidos… Nos convertimos en seres que justifican su polaridad incluso en lo injustificable. «No ha sido penalti» (mendrugo que está grabado). Acabas de pagar 300 euros por ver a «tu (como si hubieras parido a todos los jugadores)» equipo . Nadie te va a hacer un descuento por invertir en una mentira, ni siquiera la estrella del equipo te va a invitar a champán en su yate por mentir para él. Qué decir de la política… Cuando roban los «nuestros (que tampoco hemos parido)» tampoco ha sido para tanto; pero cuando lo hacen «los otros», lo hacen a lo grande, a sabiendas y con mala fe. Los nuestros siempre nos roban a nosotros con buena fe aunque tampoco nos inviten a champán en sus yates. Cuando les justificamos, nos hacemos cómplices de sus delitos.

Los del bando A lanzan piedras a los del bando B y a la inversa. Cuanto más nos alejamos, más grandes son las piedras. Luego estamos los que con un pie en A y otro en B, en un alarde de patética superioridad intelectual intentamos hacer razonar a ambos sobre las posibles virtudes del contrario. Acabamos apedreados por ambos, con las piedras grandes y de cerca.

La polaridad es un invento manipulador para entretenernos discutiendo tonterías con el fin de no pensar en lo importante. Y si éstos que intentan desvincularse de los fanáticos del huevo cocido y de los fanáticos del huevo frito concibiesen muchas nuevas posibilidades como la del huevo frigido. Serían los nuevos idiotas según el concepto griego que se alejan de la sociedad y no se preocupan por lo público sino por lo suyo privado. ¿Qué interés tiene apedrear a un idiota pudiendo apedrear a «los otros»?

La creatividad libera de la polaridad alienante que no te permite razonar porque en la polaridad solo hay cabida para «tu» fanatismo irracional recrecido que contrarreste el fanatismo absurdo recrecido de «los otros».

Cada vez que das un like, piensa que estás cavando tu tumba hacia el fanatismo de tu polaridad.

Si cada uno fuésemos un poco más fanáticos de nuestras ideas propias originales y no de la polaridad de ese rebaño, crearíamos un mundo más respetuoso, diverso y humano. Quédate que podemos hacer alternativas nuevas para un mundo menos enfrentado.